QuéPasaColima.- Existe un creciente fenómeno en
internet relacionado con el culto al cuerpo, que se ha transformado en uno de
los trastornos sintomáticos de nuestra época: “thinspiration” o “thinspo” (una
fusión de “delgado” e “inspiración” en inglés), que es un lema originalmente
concebido por el movimiento de “Body Positive”,
pero que se ha visto agravado, en gran medida, por el imperio de la
imagen que modela un ideal de la belleza.
La tendencia
consiste en mujeres de todo tipo de edades y niveles socioeconómicos, que
publican en sus redes sociales, fotos de ellas mismas o de esbeltas modelos,
como “inspiración” para lograr la ansiada meta de bajar de peso y tener un
cuerpo con delgadez extrema, aproximándose de manera peligrosa a diversos
desórdenes alimenticios. Otras vertientes de este fenómeno se han hecho
manifiestas en taglines como “thigh gap” (el espacio entre los muslos), o
“bikini bridge” (el puente de bikini). Detrás de esto, evidentemente queda en
evidencia toda una maquinaria del deseo y la objetificación del cuerpo.
Se trata de un
ideal que se ha construido al enaltecer a los cuerpos femeninos delgados,
asociando este tipo de “belleza” con una serie de efectos positivos, incluyendo
la felicidad, la autoconfianza, el éxito romántico y la atracción sexual. La
abundancia de la imagen en la comunicación masiva, donde se ha diluido la
frontera entre el entretenimiento y la publicidad, hace que la mayoría de las
personas del planeta consuman permanentemente ideales de estilo de vida que
prometen recompensas, los cuales son representados por “modelos” que, como la
palabra sugiere, se deben imitar.
La Asociación
Americana de Obesidad (The Obesity Society), ha proyectado el número de mujeres
insatisfechas con su imagen corporal, que es del 90% y se calcula que el 75% de
las revistas para mujeres incluye por lo menos un anuncio o artículo sobre cómo
modificar la apariencia a través de dieta, ejercicio o cirugías cosméticas.
Según David Gardner, de la Universidad de Toronto, el número de artículos
publicados que refieren a dietas se ha incrementado un 70% en los últimos años
–algo que se explica por el hecho de que cuando las revistas incluyen la
palabra dieta en su portada, suelen vender miles de ejemplares más–. La dieta,
como el sexo, vende (lo que la dieta vende es sexo).
Al entrar al
perturbador y tristemente seductor mundo del “thinspiration” uno se ve asaltado
por innumerables imágenes de abdómenes evanescentes, diminutas cinturas,
brillos en la piel, cadenas en el ombligo que hacen ecos visuales de las curvas
del cuerpo, fotos del antes y el después que celebran la transformación. Fotos
de las hordas de Ana (término sublimado de anorexia) y Mia (de bulimia) con
sonrisas radiantes, fotos de jugosas frutas y dietas, fotos de modelos sin
rostro tomadas con sus smartphones contra el espejo, sólo con un torso
exageradamente consumado, envidiable, y con el meme que ha crecido alrededor
del “thinspo” llamado “thigh gap”.
La tendencia del
“thinspiration”, aunque tiene un claro, y por momentos, inevitable coqueteo con
el trastorno alimenticio y con la disociación de la imagen corporal, no
solamente tiene una connotación negativa; es un tema más complejo. Es innegable
que para muchas mujeres que sufren de obesidad, estos espacios digitales sirven
de verdadera inspiración; en ocasiones se comparten tips saludables e historias
de éxito, se forman comunidades que motivan y aconsejan.
Por otro lado,
organizaciones como Pro-Thin y Pro-Ana Nation defienden que la “anorexia es un
estilo de vida y no una enfermedad” y sostienen que el sobrepeso es
desagradable y el control es hermoso. La proliferación de estas organizaciones
en pro del “thinspo” no puede entenderse sin las redes sociales en las que
impera la imagen: Instagram, Pinterest y Tumblr, las cuales se encuentran
atestadas de tags y boards temáticos alrededor de la inspiración a adelgazar;
aunque muchos de ellos, con advertencias de otras instituciones en contra de
los desórdenes alimenticios a un lado de las fotos que revelan el ideal de la
belleza femenina de nuestra época llevado al paroxismo.
Por más extraño que
parezca ver a cientos de mujeres adolescentes publicar miles de fotos de
modelos delgadas, el fenómeno obedece a una desviación o confusión de un deseo
primordial: el afecto, o en un sentido más burdo y reduccionista: la seducción.
La antropología digital del “thinspiration” es a fin de cuentas una
manifestación más de la gran grieta psíquica de la sociedad actual: las ansias
afectivas que no logran expresarse más que como miedo y la cosificación del
cuerpo femenino como subproducto de un histórico patriarcado.







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